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La pastelería para los que no encuentran nada en la pastelería
100% vegetal y sin gluten es la oferta del proyecto de La Luciérnaga, una tienda online de pastelería capitaneada por la argentina afincada en Cataluña Lucila Canero.
Con el paisaje de Laviana como telón de fondo y con la pastelera Lucila Canero en el escenario daba inicio la tercera y última jornada de esta edición de FéminAs. Con Canero llegaba al congreso una mirada nueva a la pastelería con la voluntad de ofrecer una “pastelería para los que no encuentran nada en la pastelería”.
Yendo contracorriente a lo que entendemos por la compra de pastelería –“esa compra por impulso de ver algo en el escaparate y que te apetezca”-, Lucila decidió optar por un proyecto online lo que le permite “vigilar el impacto social y medioambiental, ya que al trabajar bajo pedido no tenemos ningún desperdicio y el cliente recibe un producto fresco y recién hecho con ingredientes de calidad”, explicaba la pastelera.
Pero la vía online no es el único obstáculo que se impuso Lucila, además la suya es una pastelería pensada para “aquellos que no comen postres porque no les gusta el dulce o para la gente que tiene alergias o intolerancias alimentarias”. Trabajando a partir de ingredientes 100% vegetales y sin gluten, Lucila Canero ofrece desde las elaboraciones más sencillas (bizcochos, galletas…) hasta aquellas para ocasiones más especiales. Sin usar leche, ni mantequilla, ni huevos, la proteína la obtiene de proteínas vegetales “como la proteína de patata, de soja, de garbanzos o lentejas” y el reto se encuentra en poder ofrecer productos igual de atractivos a la vista y al paladar que la pastelería convencional, pues “la proteína vegetal tiene un sabor muy fuerte y tenemos que trabajarla bien para enmascararlo”. Lo mismo ocurre con los horneados y las cortezas, “porque los productos sin gluten no caramelizan y las masas necesitan más cocción y a menor temperatura”.
Como reconoce la misma Lucila este tipo de pastelería “es un camino muy entretenido y queda mucho por hacer”, y aunque supone un esfuerzo adicional “por todas las precauciones que debemos contemplar porque trabajar sin gluten es una cosa muy seria ya que tenemos que ofrecer todas las garantías a los afectados” también es muy satisfactorio. Lo es porque el proyecto “no es solo una relación comercial, sino que compartes con el cliente unos valores”. Esto se traduce también en la procedencia de los productos, que son ecológicos y de comercio justo.
Partiendo de la voluntad de “dar una alternativa a los que no tenían ninguna”, Lucila ha conseguido en dos años poder afianzar su negocio y continúa buscando fórmulas para que siga creciendo. De momento, ha tenido muy buena aceptación entre “empresas y cliente final, pero la restauración aún no ha abrazado la propuesta como esperábamos cuando en realidad nosotros podemos trabajar con una rigurosidad, con contaminaciones cruzadas por ejemplo, que a veces para ellos es más difícil de conseguir”. Al ser un negocio exclusivamente online, el impacto de su huella de carbono también preocupa a Canero quien ya está trabajando en poder mandar “las mezclas en seco para que después el cliente pueda añadir los líquidos tal como hacemos en el taller, lo que reduciría nuestro impacto medioambiental”.